En La Voz del Vecino nos cansamos de contar lo que muchos callan. Pero lo de estos días en Gerli ya supera cualquier límite de humanidad.
Una nena de 7 años —cuyo nombre obviamente no revelamos— terminó desfigurada, agonizando en el Hospital Presidente Perón, después de haber quedado sola con un tipo que debería estar encerrado hace rato.

El golpeador es ALEX , mayor de edad, pareja de la madre de la criatura.
Un violento conocido en el barrio, consumidor, impredecible, de esos que caminan con la mirada perdida y la impunidad de sentirse intocables.

Lo aberrante no es solo lo que hizo este tipo.
Lo aberrante es cómo llegó a pasar.

La madre —con años de denuncias archivadas y contactos políticos en la Municipalidad de Avellaneda— se fue “a trabajar” y dejó a la nena sola con este sujeto.
Los vecinos escucharon gritos, golpes, alaridos, y fueron ellos los que entraron, la rescataron desfigurada, y entregaron al agresor a la policía después de darle la paliza que la Justicia nunca le dio.

Pero la historia es peor.
Mucho peor.

La tía de la niña, María José Monzón, habló con nosotros y soltó una denuncia que debería poner en movimiento a toda la Justicia de Minoridad:

“Hace 28 años mi familia denuncia violencia. Mi mamá fue al Polo Judicial de Avellaneda mil veces. Nunca nos tomaron una denuncia. A mi mamá la atendían, la escuchaban… y le avisaban a mi cuñada que íbamos a denunciar. Así se movían. Así tapaban todo.”

Sí, leyó bien:
28 años de denuncias frenadas por contactos políticos.
28 años de violencia invisibilizada.
28 años de impunidad estructural.

La mujer —la madre de la niña— y el padre biológico están escondidos en Gibraltar 2231, según los propios vecinos. No presos. No investigados. Escondidos, como rata asustada, esperando que “todo pase”.

La nena está hoy bajo cuidado de sus hermanas mayores, que consiguieron una perimetral para que los dos progenitores no se acerquen.
Las hermanas —28 y 24 años— también fueron víctimas en su infancia.
Todo está archivado.
Todo está documentado.
Todo fue ignorado.

¿Y por qué fue ignorado?
La tía lo dijo con todas las letras:

“Ella siempre estuvo metida en la municipalidad. Siempre la cubrieron. Siempre tuvo amigos. Por eso nunca pasó nada.”

Acá está el verdadero problema:
El poder político y el Polo Judicial de Avellaneda mirando para otro lado durante años porque la responsable era “compañera”, “militante”, “del palo”.

El ejemplo perfecto de cómo funciona la maquinaria del silencio.

Y ahora que el gobierno de Jorge Ferraresi está de salida —porque ya no puede ser intendente más— empiezan a aparecer los cadáveres enterrados bajo la alfombra.
No será hoy, no será mañana, pero cuando cambie la mano política nos vamos a enterar de todo lo que taparon durante décadas.

Porque lo que pasó en Herly no es un caso aislado.
Es un sistema.
Una forma de operar.
Un manual.

Y hoy una nena casi muere por esa maquinaria de impunidad.

No la mató solo el golpeador.
No la mató solo la madre.
La estaba matando la indiferencia activa de funcionarios, trabajadores municipales, operadores judiciales y militantes acomodados que prefirieron proteger a la “compañera” antes que a una criatura.

En Avellaneda esto se termina.
Con nombre y apellido.
Con expedientes sobre la mesa.
Y con los vecinos mirando.

Porque con los pibes NO.
Porque con el barrio NO.
Porque la política no puede ser una cueva para encubrir monstruos.

Seguimos el caso.
Y no vamos a soltarlo.

La Voz del Vecino —donde el poder no viene a buscar impunidad,
sino a buscar explicaciones.

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