Ayer, en la redacción de La Mira, empezaron a llegar fotos y videos de vecinos de Villa Inflamable que advertían algo raro. Cuatro camiones repletos de empleados municipales bajando en distintos puntos del barrio para hacer lo que casi nunca hacen: limpiar, cortar pasto, pintar cordones, ordenar espacios públicos. Una coreografía perfecta para una visita importante.

Y, como casi siempre, el olfato del vecino es más certero que cualquier comunicado oficial: horas después se confirmó el motivo del apuro. Llegaban el intendente Jorge Ferraresi, su esposa Magdalena y el gobernador Axel Kicillof para inaugurar un nuevo club en el barrio.

Hasta ahí, todo bien. Un club nuevo siempre suma. El problema, según Cristian Bonazzola, vecino de toda la vida, es la mentira estructural que rodea estas visitas. Lo resumió sin filtro: vienen, maquillan el barrio para la foto, inauguran algo y se van. Lo de fondo, lo que de verdad duele, sigue igual.

Bonazzola lanzó una primera advertencia: teme que ese club nuevo termine siendo un espacio para la militancia del intendente y no para todos los chicos del barrio. Relató que en ocasiones anteriores hubo discriminación hacia hijos de vecinos que no comulgaban con el color político del municipio.

Pero lo más duro llegó cuando habló de lo que sufren todos los días.

Villa Inflamable se sigue inundando. Después de cada lluvia, aunque salga el sol, las familias tienen agua, barro y humedad dentro de sus casas por una semana o más. Con niños con problemas respiratorios, con adultos asmáticos, con gente que se enferma justamente por vivir con ese foco de humedad constante. Y eso no es todo.

No hay cloacas. En pleno siglo XXI, cuando la Organización Mundial de la Salud dice que no tener cloacas y agua potable reduce años de vida. Tampoco están asfaltadas todas las calles. El barrio sigue atrapado en un atraso estructural que nadie quiere enfrentar.

A eso se suma otro drama histórico: la droga. Según los vecinos, hay muchos puntos de venta y todos lo saben. Lo saben los habitantes, lo sabe la policía, lo sabe el municipio. Y sin embargo, nada cambia.

Y está el tema ambiental. La Corte Suprema de Justicia fue clarísima hace más de una década: ningún ser humano puede vivir en las condiciones ambientales que tiene Villa Inflamable. Y sin embargo, ahora quieren construir nuevas viviendas ahí mismo, donde la justicia dijo que era inviable. ¿En qué quedamos? La doble vara de siempre.

Bonazzola también cuestionó la sensibilidad social de quienes dicen representar al pueblo. Señaló que muchos funcionarios hablan de amor al prójimo, pero jamás vivieron la necesidad real. Hoy, explicó, la gente come un guiso de fideos con alitas de pollo cuando hay suerte. Esa es la vida cotidiana de Villa Inflamable, muy lejos de las oficinas con aire acondicionado.

En ese contexto, Bonazzola destacó el trabajo de La Voz del Vecino y de Marcelo Brunwald, recordando las coberturas en inundaciones, el barrio Vagón y la difusión de los problemas que nadie mostraba. Dijo que muchos vecinos conocieron por primera vez Villa Inflamable gracias a esas transmisiones.

Para cerrar, sumó otra preocupación: los jóvenes. A los 16 años pueden votar, pero no pueden trabajar. Pidió que los nuevos legisladores revisen esa contradicción y que se generen más talleres de oficio para los chicos del barrio.

Una vez más, Villa Inflamable queda maquillada para la foto oficial, mientras la vida real sigue exactamente igual cuando las cámaras se van.

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