Aunque los números oficiales muestran una desaceleración de la inflación, Marcelo Brunwald recorre los barrios y advierte que para el vecino común el día a día sigue costando más: desde la pizza del sábado hasta la Coca y el alfajor diarios, pasando por el asado del domingo y las salidas con amigas, los gastos familiares no dan respiro.

Caminar por los barrios es notar que la economía oficial y la vida real rara vez coinciden. Marcelo Brunwald, periodista de cercanía, escucha y conversa con vecinos que saben contar la “temperatura social” mejor que cualquier informe: la inflación puede bajar en los papeles, pero en el carrito de compras, los precios siguen golpeando.

“Podés leer que la inflación bajó, pero la Coca de todos los días cuesta lo mismo y la pizza del sábado se planifica como un lujo”, cuenta Javier, vecino de Avellaneda, mientras revisa los precios en el kiosco. Los asados del domingo son más modestos, los alfajores y snacks se compran con cuidado y las salidas con amigas se redujeron para ajustar el presupuesto familiar.

Muchos reconocen que no cambian la zapatilla hace dos años, que el jean del año pasado sigue siendo su mejor elección y que los pequeños gustos cotidianos son los primeros en sacrificarse. “Hasta el alfajor o la Coca que antes eran parte de la rutina ahora se discuten en casa antes de comprar”, agrega Mariela, mientras sonríe resignada.

La economía puede mostrar señales de mejora en los números, pero en los barrios la planificación diaria sigue siendo un desafío. Las familias ajustan los gastos: cenas más simples, reuniones en casa, creatividad para mantener los momentos compartidos y poder cumplir con los pequeños placeres que siguen siendo esenciales para mantener el ánimo.

Esta editorial refleja lo que los titulares muchas veces no muestran: aunque la inflación baja, la vida cotidiana del vecino común sigue marcada por restricciones, resignaciones y estrategias para sostener los hábitos de siempre. Desde la pizza del sábado y el asado del domingo hasta la salida con amigas, la Coca y el alfajor diarios, la economía real todavía exige un esfuerzo constante.

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