Por La Voz del Vecino
Avellaneda – Villa Tranquila

En tiempos donde la solidaridad escasea y la confianza en las instituciones parece quebrarse, hay gestos que devuelven la fe. En Villa Tranquila, un barrio de Avellaneda donde las necesidades son muchas, una historia buena irrumpió entre tantas malas noticias: el comedor “Mía de los Milagros”, dirigido por la referente social Silvina Oros, recibió una cocina nueva donada por Tabacalera Sarandí, gracias al puente solidario que tendió el programa radial “La Voz del Vecino”, conducido por Marcelo Brunwald.

“No hay nada más lindo en mi profesión que tender puentes”, expresó Brunwald. “Siempre nos quejamos de los políticos, pero el cambio real lo podemos hacer los vecinos, entre nosotros”.

Silvina Oros contó que su comedor funciona en pleno corazón de Villa Tranquila, junto al jardín maternal del barrio, donde todos los días cocina para familias que atraviesan situaciones difíciles.
“Siempre vienen y prometen cosas, pero nunca llegan. Esta vez fue distinto. Gracias a ustedes, a la radio y a la gente de la tabacalera, hoy tenemos una cocina nueva”, relató emocionada.


La fuerza de la comunidad

La donación de Tabacalera Sarandí permitió reemplazar una vieja cocina por una completamente equipada, con horno, hornallas, plancha y parrilla. “Fue una alegría enorme. Todo el barrio se acercó. La excusa fue la cocina, pero lo importante fue que nos volvimos a juntar”, contó Silvina, mientras vecinos, jóvenes y familias compartían la noticia con entusiasmo.

La referente social también quiso expresar su gratitud a quienes hicieron posible la ayuda:

“Quiero agradecer especialmente a Claudia Romero Roura, Javier y Pablo, de Tabacalera Sarandí, por cumplir su palabra y acercarse al barrio con empatía y compromiso. No se olvidaron de nosotros”, dijo Oros.

Marcelo Brunwald destacó que la ayuda privada puede ser el complemento que muchas veces el Estado no alcanza a cubrir.
“Donde hay una necesidad, ahí tenemos que estar. No se trata de política ni de religión. Se trata de humanidad”, subrayó.


Un nuevo compromiso

Durante la transmisión, Brunwald propuso que el comedor, además de asistir a las familias del barrio, prepare una vez por semana comida caliente para personas en situación de calle de Plaza Alsina, iniciativa que Silvina Oros aceptó con entusiasmo.
“Sí, me comprometo. Los miércoles vamos a cocinar para ellos. Va a estar su comida”, afirmó.


Ayudar sin esperar nada

El comedor “Mía de los Milagros” se sostiene con esfuerzo propio y donaciones. “Yo también tengo necesidades, pero prefiero ayudar al que menos tiene. No me gusta pedir, pero cuando ves que la gente ayuda sin esperar nada, te emociona”, dijo Silvina.

Actualmente, están iniciando los trámites para constituirse como ONG, lo que les permitirá acceder a subsidios y organizar talleres de oficios, charlas sobre adicciones y jornadas de salud solidaria en conjunto con el equipo de La Voz del Vecino.

“Hay un lugar hermoso cerca, con aire acondicionado y calefacción, pero a veces no hay pediatras. Con las jornadas solidarias no reemplazamos al Estado: lo ayudamos”, aclaró Brunwald.


Lo que hace falta

Con la nueva cocina instalada, el comedor ya piensa en su próximo objetivo: conseguir un freezer nuevo para conservar alimentos durante el verano. “Se viene el calor y necesitamos frizar jugos y carnes”, señaló Silvina.

Brunwald no dudó en lanzar al aire otro pedido:
“Sabemos que nos están escuchando. Si alguna empresa o vecino puede colaborar con un freezer, acá hay un lugar donde todo llega, donde nada se pierde”.


Un cierre feliz

El viernes próximo a las 19 horas, el comedor “Mía de los Milagros” celebrará una reunión vecinal con pizzas y música, una manera sencilla pero significativa de agradecer y seguir fortaleciendo el lazo comunitario.

“Las malas noticias se dicen, pero las buenas también hay que contarlas”, cerró Brunwald.
“De eso se trata la vida: ser felices y ayudar al que más necesita. No hay más”.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

− 5 = 1