La tragedia del incendio que se cobró la vida de una bebé de siete meses expone no solo el dolor de una familia, sino también la crudeza de la desinformación.

Este sábado, un incendio en una vivienda de Villa Corina, Avellaneda, dejó una marca imborrable en la comunidad. En una casa ubicada en un pasillo interno de la calle Campichuelo, entre Oyuela y Los Pozos, el fuego se desató con rapidez. La madre de familia, de 29 años, logró rescatar a seis de sus hijos en medio del humo y las llamas. Pero no pudo salvar a la más pequeña: Kataleya, de apenas siete meses, fue hallada sin vida tras el siniestro.

La escena fue atendida por personal del Comando de Patrullas, Bomberos Voluntarios de Villa Domínico y SAME. Los sobrevivientes fueron trasladados al Hospital Presidente Perón sin riesgo para sus vidas. La fiscalía ordenó autopsia y peritajes para establecer las causas del incendio.

Pero lo que siguió fue aún más doloroso. En algunas crónicas televisivas, se difundieron versiones irresponsables que apuntaban contra la propia madre, ignorando por completo el contexto que atravesaba: una situación de violencia familiar que venía siendo abordada por la Justicia y por organismos de asistencia. La mujer no solo enfrentó el horror de perder a su hija, sino que fue revictimizada públicamente.

Desde el barrio, desde los espacios que la acompañaban, desde quienes conocen su historia, se alza una voz clara: esta madre actuó con valentía. Dio todo por sus hijos. Y merece respeto, no sospechas infundadas.

La tragedia de Villa Corina no es solo una noticia. Es un llamado urgente a la responsabilidad informativa, al acompañamiento comunitario, y a la empatía frente al dolor ajeno. Porque cuando el fuego se apaga, lo que queda es la memoria, el duelo, y la necesidad de justicia.

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