La emblemática feria de La Salada ha sido durante décadas el epicentro del comercio informal en Argentina, dando sustento a miles de familias que dependen de la venta popular para sobrevivir. Sin embargo, su cierre abrupto y la reapertura bajo condiciones desfavorables están generando un fenómeno inesperado: la descentralización del comercio hacia nuevas “saladitas” en distintos puntos del conurbano bonaerense.
Según Omar Guaraz, referente de los vendedores ambulantes, la situación actual es crítica para la mayoría de los feriantes. “El 80% de los puesteros no podrá afrontar las condiciones que les exige la justicia porque no tienen capital. En los allanamientos, la policía les confiscó toda su mercadería y ahora les piden garantías imposibles de cumplir, acá directa e indirectamente viven 1 millón de personas”, denunció.
La reapertura de La Salada ha sido presentada como una solución, pero los vendedores aseguran que no es viable en las condiciones actuales. “Quieren regularizar el comercio, pero para adaptarse a las nuevas exigencias, los trabajadores necesitarían al menos seis meses de margen. Sin ese tiempo, es imposible sostenerse”, explicó Guaraz.
Ante la falta de alternativas dentro de La Salada, muchos feriantes han comenzado a migrar hacia mercados informales más pequeños, lo que está generando un crecimiento exponencial de nuevas ferias clandestinas en distintos barrios. “Ya están surgiendo saladitas en cada rincón del conurbano porque la gente necesita vender para subsistir. Si no nos dan un marco legal justo, el comercio simplemente se fragmentará aún más”, advierte Guaraz.
La respuesta de las autoridades sigue siendo ambigua. Mientras intentan establecer regulaciones, los trabajadores denuncian que las condiciones impuestas solo favorecen a unos pocos, dejando a miles fuera del sistema. “No es una solución real. Nos están ahogando con medidas que no contemplan nuestra realidad. Si el Estado realmente quiere regularizar, tiene que dar tiempos razonables y apoyo para que podamos cumplir”, concluyó Guaraz.
El futuro de La Salada sigue siendo incierto, pero lo que parece claro es que, lejos de desaparecer, su modelo se multiplicará en diferentes puntos del Gran Buenos Aires, marcando una transformación inevitable en el comercio popular.