Mientras el gobernador Axel Kicillof recorre la provincia inaugurando obras y desplegando su campaña, la realidad de muchas escuelas bonaerenses sigue siendo alarmante. La Escuela Especial N° 507 de Villa Corina, en Avellaneda, es un claro ejemplo de cómo la falta de inversión y planificación afecta directamente a los niños, el futuro del país.
A pesar de los anuncios y las promesas, la infraestructura escolar sigue en condiciones precarias. Las obras que deberían garantizar un ambiente seguro y adecuado para el aprendizaje no se hicieron, se quedaron con el dinero o escatimaron en materiales de calidad. La consecuencia es evidente: los niños estudian en condiciones indignas, expuestos a problemas edilicios que ponen en riesgo su bienestar.
El modelo de país que se pretende construir debería tener a la educación como prioridad, pero la realidad muestra otra cosa. Con escuelas en estado deplorable, ¿cómo se puede hablar de progreso? ¿Cómo se puede aspirar a ganar elecciones y proyectarse como presidente cuando ni siquiera se garantiza lo básico para los estudiantes?
La comunidad educativa y los vecinos de Avellaneda exigen respuestas. No se trata solo de discursos y actos políticos, sino de hechos concretos que realmente transformen la educación pública. ¿Hasta cuándo los bonaerenses deberán soportar esta situación sin soluciones reales?