El sector industrial argentino se ve en una situación marcada por el encarecimiento en dólares de la producción y el aluvión de importaciones de excedentes brasileros por la devaluación del real y la apertura de importaciones.Mientras que, por un lado, el Gobierno avanza con la apertura de importaciones y está comprometido con mantener el tipo de cambio actual entre el peso y el dólar, y en Brasil el real se devaluó, el presente y la perspectiva a corto plazo del sector industrial argentino, que comprende a grades empresas y Pymes, se encuentra con grandes dificultades que obstaculizan su desarrolló como los crecientes y dolarizados costos de producción y exportación, y el aluvión de importaciones por la apertura comercial y la misma devaluación del real, que provoca un excedente de productos importados a Argentina.

Si bien el viernes pasado el real brasilero se recuperó, sigue la incertidumbre en Brasil. El tipo de cambio entre el peso y el real encuentra a la divisa argentina en el momento de mayor apreciación de la historia, lo que genera un aluvión turístico argentino a las tierras cariocas, lo que impacta en un deterioro del turismo en Argentina. Asimismo, también hay otros sectores perjudicados como las autopartistas, metalúrgicos, alimentos y bebidas. Rubros que que tienen una vinculación estrecha con la industria brasilera en cuanto a la importación de insumos necesarios para la fabricación local de productos.

El llamado “Efecto Caipirinha” se desenvuelve en paralelo al proceso de apertura estructurado en desmantelar el cepo cambiario, que facilita los tramites para importar así como abarata esta actividad, lo que deja así con una protección menos al sector industrial con la eliminación de licencias no automáticas, los valores criterio de la Aduana, los aranceles diferenciales en algunos productos y las normas de calidad en otros.

El ahora llamado “super peso” también complica a la industria en materia de costos de producción, que recae en un mayor costo al consumidor en relación a la baratura relativa de las importaciones. La caída de la competitividad puede repercutir en la perdida de mercados de exportación y en una reducción del mercado brasilero, bajo los eventuales efectos que pueda tener una recesión en el país vecino como producto de la tormenta financiera que atraviesa en el presente.

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