Un informe reciente reveló que los sectores más vulnerables en Argentina enfrentan altas tasas de abandono por parte de los estudiantes.
El Banco Mundial publicó un informe alarmante sobre la situación educativa en Argentina, destacando cómo la pobreza afecta el acceso y la continuidad de la educación en los sectores más vulnerables. Según el estudio, titulado “Las trampas de la pobreza en Argentina”, el 58% de los niños en el país vive en situación de pobreza, una realidad que impacta no solo en su calidad de vida, sino también en su desarrollo educativo y sus perspectivas a futuro.
Aunque la cobertura de la educación obligatoria ha mejorado en las últimas décadas, el informe muestra que las desigualdades persisten, particularmente en las comunidades más desfavorecidas.
Los datos revelan que solo una cuarta parte de los niños de hogares urbanos pertenecientes al quintil más bajo asisten a la educación temprana, en comparación con la mitad de los niños de los hogares del quintil más alto. Esto refleja una brecha significativa en las oportunidades de desarrollo desde la primera infancia.
Además, el informe detalla que, a pesar de las mejoras en el acceso a la educación infantil en los últimos años, existen marcadas desigualdades entre las provincias argentinas, con algunas regiones presentando una mayor cobertura educativa que otras. La brecha en el acceso a servicios básicos como la salud y la educación se amplía aún más cuando se comparan las condiciones socioeconómicas de los hogares.
Padres y barreras para la escolarización
El estudio también analiza las razones por las cuales muchos niños en edad escolar no asisten a clases. Entre los padres de los niños no escolarizados, el 71% afirmó que sus hijos asistirían si tuvieran un transporte más accesible, el 67,5% mencionó la necesidad de tener escuelas más cercanas, y el 65,1% señaló que la gratuidad de las instituciones educativas sería un factor determinante. Además, un 61,3% de los padres manifestó que la obtención de un empleo estable les permitiría enviar a sus hijos a la escuela.
Estos datos reflejan que, si bien hay avances, las familias de sectores más pobres continúan enfrentando múltiples barreras para asegurar la educación de sus hijos. La falta de recursos económicos, infraestructura escolar y opciones de transporte adecuado afectan directamente las tasas de escolarización, sobre todo en el conurbano bonaerense y otras zonas urbanas desfavorecidas.
Deserción escolar en la secundaria
El problema de la deserción escolar se vuelve más crítico en la educación secundaria. A pesar de que la escolarización en el nivel inicial y primario es casi universal, el informe del Banco Mundial señala que la tasa de deserción escolar se incrementa drásticamente al llegar a la secundaria. En los jóvenes pertenecientes al 40% más pobre de la población, solo el 45% logra graduarse a la edad correspondiente, evidenciando que las políticas implementadas no son suficientes para revertir esta tendencia.
En el Conurbano bonaerense, uno de los focos principales del problema, un 31% de los jóvenes de 17 años no asiste a la escuela y el 13% había abandonado a los 15 años. Esta situación es especialmente preocupante dado que la proporción de población joven es mayor en estos sectores, lo que representa una pérdida significativa de capital humano para el país.
Programas de protección social
El Banco Mundial también analizó el impacto de programas sociales como la Asignación Universal por Hijo (AUH) en la educación. Si bien la AUH ha generado efectos positivos, como incrementos en la tasa de matriculación y permanencia en jóvenes de entre 15 y 17 años, el informe advierte que estos avances no son suficientes en un contexto de crisis económica y desequilibrios macroeconómicos que afectan la sostenibilidad de las políticas de protección social.
El informe concluye que, para reducir la transmisión intergeneracional de la pobreza, es fundamental una mayor inversión en educación, salud y seguridad para los sectores más vulnerables. Propone una redistribución más eficiente de los recursos destinados a la infancia y adolescencia, y señala que, en el contexto actual, el gasto en educación sigue cayendo de forma alarmante.