La importancia de detectarlas a tiempo para evitar complicaciones
Entre los más pequeños de la casa suelen ser muy frecuentes en esta época de frío las laringitis y las bronquiolitis, dos infecciones respiratorias de origen vírico altamente contagiosas.
En ambas las señales suelen ser similares: tos, mocos, y fiebre, pero existen diferencias entre las distintas afecciones y una de ellas radica en la zona de las vías respiratorias afectada. En la laringitis la parte superior, y en las bronquiolitis la inferior.
Esto se traduce en pequeños matices en los síntomas, que difieren, por ejemplo, en el tipo de tos que provoca cada una de ellas: ambas secas, pero con un sonido perruno muy característico en las laringitis; mientras que en la bronquiolitis suele presentar signos más agudos de dificultad respiratoria a nivel de abdomen.
En la bronquiolitis la inflamación se produce en las vías respiratorias inferiores. Los primeros síntomas son similares a los de un catarro (tos y mocos), duran tres o cuatro días; para después presentar dificultad al respirar. El menor inhala de forma acelerada, moviendo continuamente el abdomen y vemos sus costillas marcadas. Otros signos son apnea del sueño, inapetencia, o fiebre en algunos casos, indica el portal EFE salud.
Para aliviarla: posición ligeramente incorporada en la cuna; no acudir a la guardería; abrigar pero no en exceso; evitar la exposición al humo del tabaco; mantener la hidratación con pequeñas tomas de líquidos, mediante pecho o mamadera para los más pequeños; dieta normal, en una menor cantidad y con mayor frecuencia; ayudar a la expulsión de los mocos, si es el caso, usando suero salino fisiológico o a través de la aspiración suave.
En algunos casos los más afectados pueden necesitar tratamiento en el hospital. Además, tras superarla, algunos presentarán episodios similares, con tos y dificultad respiratoria cuando vuelven a tener otro catarro.
Las señales de alarma son: cambios de color de la piel, que palidece o torna a morado; una mayor dificultad en la respiración o pausas en esta; si apenas come, vomita o la toma hace que se fatigue; si tiende a dormir, a irritarse y su estado de salud, en general, es malo.
En el caso de la laringitis, una infección respiratoria que provoca la inflamación de la laringe, suele afectar a niños de entre seis meses y seis años, y de forma más frecuente en los meses de frío.
La tos es similar al sonido de un ladrido de perro, aunque también pueden manifestar mocos y fiebre, especialmente en los primeros días. Sufren un tipo de tos seca y fuerte, que se relaciona con voz ronca y afónica; ruido al respirar, de forma que es posible que algunos produzcan un sonido al inhalar; dificultad para respirar; y todos ellos se agravan especialmente por la noche.
No es una infección grave, y termina curándose por sí sola. No obstante, los casos en los que presente ruido al respirar o dificultad respiratoria pueden requerir tratamiento para reducir la inflamación de la laringe con medicamentos antinflamatorios.
Para aliviarla: beber líquidos; no obligar a comer; inhalar aire húmedo, que se puede conseguir en el baño, acompañando al niño con la puerta cerrada y dejando abierta la canilla de agua caliente, de 10 a 20 minutos; usando un humidificador o colocar recipientes con agua en los radiadores; facilitar que respire aire frío a través de la ventana, abrigándolo previamente. Los antibióticos no son útiles en estos casos y los jarabes deben ser aprobados por el pediatra.
Es aconsejable acudir a una consulta inmediata cuando el sonido o estridor se produce en una respiración tranquila, o si no puede tomar aire correctamente, es decir, se acelera, se marcan las costillas, se mueve la tripa continuamente, se hunde la zona pectoral o el cuello se estira. También en los casos en los que no puede tragar, babea demasiado, o la boca, o su alrededor, se vuelve de color azul o pálida.