Por Marcelo Brunwald
Una madre comparte sus recuerdos y emociones tras otro aniversario de la trágica muerte de su hijo, Leandro, en un crimen que conmovió a la Argentina.
La vida de María Denegri cambió para siempre cuando su hijo, Leandro, de 22 años, fue asesinado de un disparo. El joven, fanático de River Plate y con una canción favorita, “Honrar la Vida”, se convirtió en el orgullo de su familia y amigos. Hoy, 21 años después de aquel fatídico día, María nos abre su corazón y comparte sus recuerdos más íntimos.
“Siempre digo que el día de la sentencia sentí que Leandrito se recibía, con la tesis de su propia muerte…”, confiesa María. “Mi cabeza volaba aquel día, y lo sentí que partía de esa forma. Era mi primer hijo, el mayor de 6 hermanos. Para nosotros, era un pibe de 22 años con la sabiduría de alguien de 40.”
La tragedia ocurrió cuando Leandro regresaba a su casa en la calle Paysandú al 100. Cuatro delincuentes intentaron robarle el auto, pero terminaron arrebatándole la vida. María recuerda que las luces de la calle no funcionaban, y para los agresores, fue el lugar perfecto para esperar a alguien. “Podría haber sido cualquier persona, pero nos tocó a nosotros”, dice con tristeza.
Leandro: Un Hombre Trabajador y Estudioso
Leandro, un joven con un promedio destacado en la secundaria Hipólito Vieytes, trabajaba como jefe de cadetes en Danko. Su jefe, a través de una intermediación, les permitió comprar parcelas. Además, Leandro también colaboraba en Coto, ayudando a su marido con la distribución de mercadería.
Un mes antes de su fallecimiento, Leandro fue trasladado al departamento jurídico para aprender y probar sus habilidades. El ingeniero Martín, dueño de la empresa, le otorgó su última morada como un gesto de reconocimiento por su dedicación y esfuerzo. A pesar de su carga de trabajo, Leandro también estudiaba y, a los 22 años, ya estaba dando materias de tercer año.
Leandro era un ejemplo de perseverancia y compromiso, y su partida dejó un vacío en quienes lo conocieron.
“Era un pibe muy bueno que trabajaba desde las seis de la mañana, levantando baldes de concreto para traer su plata a casa. Quería sacar a su novia a pasear, comprarse perfumes y un celular que tanto le costó pagar.”
María, quien vive con custodia en la puerta de su casa desde entonces, también enfrentó amenazas constantes de los familiares de los cuatro condenados por el crimen. Pero su lucha no termina ahí. Recientemente, su hija Candela sufrió un intento de secuestro y agresión sexual en Wilde. “No somos una familia normal”, admite María. “Nadie sabe las esquirlas que nos dejó la muerte de Leandro.”
Una vez más su madre visitará la tumba de su hijo y leerá la sentencia del Tribunal que condenó a los responsables. “No los quiero ver muertos, sino que se haga justicia”, afirma con determinación esperando que purguen todos y cada uno de los responsables de que Leandro no esté físicamente con nosotros.
La plaza que lleva el nombre de Leandro en Wilde es un recordatorio constante de su legado. Aunque el tiempo ha pasado, su memoria sigue viva en los corazones de quienes lo amaron y en la lucha incansable de su madre.
25 años de periodismo
En maría, su madre, encontré el claro ejemplo de una luchadora, que a pesar de lo que vivió ( y vive), sigue adelante, sin olvidar, pero si comprometida con la seguridad de todos nosotros, preguntando cada caso policial en la zona, pero lo mas importante, conociendo como esta y que necesita aquel familiar que perdió a otro en un hecho policial.
Este caso fue uno de los primeros casos policiales que cubrí como periodista local y a partir de la lucha de maría, me di cuenta que después de que los medios nacionales desaparecen, el olvido y el dolor se hace carne en su familia , en mis vecinos y debemos ser los periodistas locales, los que tenemos que rescatar del olvido estas tragedias, para no olvidar y para que algo cambie en la sociedad.
Hoy a 21 años, algunas cosas han cambiado, otras no…luego de la economía, la inseguridad sigue siendo como en aquellos tiempos, un grito desesperado de los vecinos del conurbano, que observan como pasaron los gobiernos de diferentes partidos y nunca, se ha tomado como política pública a largo plazo, como en los países donde este problema se solucionó. Quizás está llegando la hora que se estudie, se proyecte y se haga una política de seguridad como Dios manda.