Qué tener en cuenta a la hora de consumir este producto
Es importante tener claras las características que ha de tener un derivado lácteo de buena calidad. Si tenés dudas al respecto, podés guiarte con algunos consejos para elegir el mejor queso la próxima vez que vayas al supermercado.
No te dejes guiar por lo que pone en el envase, y mucho menos si en este no aparece la palabra “queso”. Precisamente acá hay una trampa, y es que en muchos casos ponen “para gratinar” o “especial para sandwich”, pero sin incluir la palabra “queso”. Esto es porque se trata de productos que no cumplen la normativa para denominarse de ese modo.
En este caso se trata de proteínas de la leche combinadas con ingredientes antiapelmazantes (fécula de patata o almidón, este último usado para reducir la cantidad de queso en el producto) y grasas vegetales, dando como resultado un producto de baja calidad y más económico. Este tipo de productos suelen contener un elevado porcentaje de sal, debido a las sales fundentes como fosfatos y polifosfatos de sodio.
Los ingredientes básicos del queso son: leche, cuajo, fermentos lácticos y sal. Pueden existir queso rallado, en fetas y en polvo que sea de buena calidad, pues esto simplemente hace referencia al formato de presentación. No importa la presentación mientras contenga únicamente los cuatro ingredientes anteriormente citados, y es que algunas marcas usan quesos de buena calidad que ha sido dividido en fetas finas o trocitos muy pequeños (como es el caso del queso rallado), sin añadir ningún ingrediente que comprometa su calidad.
Conviene recordar que, aunque sea de mayor calidad, sigue sin ser el alimento más saludable del mundo, ya que es rico en grasas saturadas, que contribuyen a elevar el colesterol en sangre. No todos los quesos son iguales, aunque hay ejemplares que podés incluir en una dieta saludable como el queso fresco, por ejemplo.