Equivalencias, diferencias y consejos para lograr los resultados esperados

En la cocina, dominar las temperaturas del horno es esencial para lograr platos perfectamente cocidos y deliciosos a su punto justo. A menudo, las recetas tienen descripciones que pueden variar según la preparación y la región. A continuación, consejos y recomendaciones útiles para usarlo correctamente.

Equivalencias de temperaturas en grados:

Muchas veces los hornos no poseen un indicador de temperatura, por eso se usan medidas aproximadas.

Horno bajo: en general, se encuentra en el rango de 120°C a 150°C. Este nivel de temperatura es ideal para cocinar platos a fuego lento, como carnes y estofados.

Medio: oscila entre los 180°C y 190°C. La mayoría de las recetas que requieren hornear se hacen a esta temperatura, debido que es “moderada”, incluyendo tartas, panes y bizcochos.

Alto: alcanza temperaturas de 200°C a más de 230ºC . Es perfecto para dorar y gratinar alimentos, como lasaña, gratinados y pizzas.

Diferencias al hornear en un horno a gas y uno eléctrico:

Horno a gas

Por lo general no suele tener indicador de temperatura y es por eso que necesitás una equivalencia para calcularla a la hora de hornear. Pero se puede conseguir un termómetro que se coloca fácilmente dentro y e indica la temperatura de manera gráfica y eficiente. Lo pueden adquirir en este enlace.

Distribución de calor: tiende a tener una distribución de calor menos uniforme en comparación con los eléctricos. Puede tener puntos calientes y fríos, por lo que es importante rotar los platos durante la cocción para obtener resultados uniformes.

Control de temperatura: algunos hornos a gas pueden tener fluctuaciones en la temperatura, lo que requiere un seguimiento cercano y ajustes durante la cocción. Usá un termómetro de horno para una mayor precisión.

Humedad: tiende a ser más húmedos, lo que puede ser beneficioso para la cocción de panes y tartas, pero puede requerir un tiempo de horneado ligeramente más largo justamente por esta cualidad.

Horno eléctrico

Distribución de calor: suele tener una distribución de calor más uniforme, lo que facilita la cocción precisa y uniforme de los alimentos. Tiene una fuente de calor por debajo y otra por encima, logrando que las preparaciones se doren en ambas superficies.

Control de temperatura: generalmente ofrece un control de temperatura más preciso y constante, lo que lo hace ideal para recetas que requieren temperaturas específicas.

Humedad: tiende a ser más secos, lo que es ideal para la formación de capas crujientes en panes y pasteles.

Tips y recomendaciones:

– Usar un termómetro de horno para verificar la temperatura real de tu horno y hacer ajustes si es necesario.

– Conocé tu horno y sus peculiaridades, sus tiempos y detalles cómo zonas de menos calor o inclinaciones.

– Girar los platos o bandejas durante la cocción para evitar puntos calientes.

– Para platos gratinados, colocá la bandeja en la posición superior del horno para un dorado uniforme. En un horno a gas deberías colocarlo en la parte baja o “cajón”, con el fuego por encima.

– Ajustar el tiempo de cocción según tu horno y observar el progreso de tus platos a través de la ventana del mismo.

– Siempre precalentar el horno antes de cocinar para garantizar una cocción uniforme.

De lo contrario, al momento de colocar la preparación estará a temperatura ambiente e irá elevándola a medida que pasa el tiempo. Entonces, es probable que alcance la temperatura que indica la receta cuando ya tengas que retirar la preparación, la cual estará cruda o poco cocida.

Por esa razón es que siempre se debe precalentar, a menos que la receta indique lo contrario. Por lo general, tanto un horno a gas como uno eléctrico, tarda unos 15 a 20 minutos en lograr la temperatura deseada. El tiempo puede variar dependiendo del artefacto, la temperatura que quieras alcanzar y la del ambiente.

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