Qué hay de cierto y qué no tiene respaldo científico

Existen muchas creencias populares acerca del embarazo y el parto que no siempre son ciertas ni tienen una base científica sólida. A continuación, siete de ellos.

1. ¿El cerebro de la mujer cambia al ser madre?

Sí y tiene un nombre, matrescencia, que es una combinación de maternidad y adolescencia. Hace unos años, investigadoras españolas compararon los cambios en el cerebro de las adolescentes con los cambios que se producían en el cerebro de la mujer durante la gestación. Solo en estas dos etapas de la vida se dan cambios hormonales tan bruscos y eso genera cambios en el cerebro.

Se habla de una poda sináptica en las ramificaciones de las neuronas, en la cual parece que el cerebro prioriza las ramas neuronales que van a ayudar al cambio de rol, en la adolescencia, para ser mejores adultas, y en la gestación y maternidad, para ser mejores madres.

2. ¿Se puede elegir el sexo del bebé?

Las probabilidades no son azar, pues es cierto que las características de los espermatozoides X e Y son diferentes y la población mundial no es exactamente del 50-50%. Existen varias teorías al respecto, detalla el portal Mi bebé y yo.

En la concepción se unen un óvulo y un espermatozoide y cada uno contiene la mitad de la carga cromosómica: el óvulo siempre porta el cromosona X, mientras que el espermatozoide puede portar el cromosoma X o Y. Cuando se fecunda el óvulo, los cromosomas se unen y, si son XX, el bebé es de sexo femenino, mientras que si son XY, es masculino.

La teoría del doctor Shettle dice que los espermatozoides que portan el cromosoma Y son más ligeros y se mueven más rápido, pero tienen una vida media más corta que los que portan el cromosoma X, que son más lentos, pero viven más.

Según Shettle, si tenés relaciones sexuales durante la ovulación, los espermatozoides con cromosoma Y tienen más posibilidades de fecundar el óvulo porque son supuestamente más rápidos, y es más probable que tengas un nene. En cambio, cuando tenés relaciones antes de la ovulación, es más probable que tengas una nena porque los que portan el cromosoma X son más resistentes y sobreviven más.

Existe otra teoría complementaria a esta desarrollada por la bioquímica argentina Adriana Baretta, que sostiene que la dieta alimentaria de la madre puede influir, pues afecta a las características del moco cervical y a la capacidad de los espermatozoides para atravesarlo.

De todos modos, ninguna de las dos está sustentada por evidencia científica de peso, por lo que, por el momento, este tema tiene más de mito que de verdad, afirma la matrona y divulgadora Rocío García-Viso.

3. ¿Se puede saber si es niño o niña por la forma de la panza?

La creencia popular es que si la barriga es redondita, espera una niña; mientras que si tiene forma de pico, un niño. Pero lo cierto es que depende más de la corporalidad de la mujer, del sostén de sus músculos abdominales y del tamaño del útero.

Asimismo, en la forma también influye que sea el primer o el segundo embarazo, que haya más o menos líquido amniótico y la semana de gestación en la que se encuentra la mamá.

4. ¿Tener gemelos o mellizos se hereda?

Depende, acá es importante diferenciar los gemelos de los mellizos. Los primeros provienen de un único óvulo y espermatozoide que, cuando ya se fecundó, se divide. El material genético es idéntico y los bebés son idénticos. Esto no es heredable porque se trata de un hallazgo casual.

Sin embargo, los mellizos provienen de dos óvulos fecundados por dos espermatozoides en el mismo ciclo, y eso es heredable. Está relacionado con la hiperovulación: habitualmente, en un ciclo, una mujer ovula un único óvulo, pero hay otras que ovulan dos óvulos o más.

Existe una predisposición familiar, de manera que, cuando en la familia de la mujer hay una pareja de mellizos, tiene el doble de posibilidades respecto al resto de la población, indica el sitio Mi bebé y yo.

Otro factor que puede influir en la predisposición es la edad de la madre; a mayor edad, más posibilidades hay. Esto se debe a los cambios hormonales que se producen en la recta final de la etapa fértil, que pueden provocar alteraciones ovulatorias, entre ellas, la hiperovulación.

Asimismo, las técnicas de reproducción asistida están asociadas a una mayor frecuencia de embarazos de mellizos, puesto que muchas veces se implantan dos embriones en lugar de uno.

5. ¿Los antojos existen realmente?

Sí y hay varias teorías que los avalan. Una de ellas se centra en los cambios que se producen en los sentidos durante el embarazo, sobre todo, el olfato y el gusto, provocados por los niveles hormonales. La exacerbación del olfato y del gusto puede producir cierta aversión hacia algunos alimentos, pero también despertar pasión por otros. Otra teoría afirma que están causados por las necesidades nutricionales de la madre y los requerimientos para el desarrollo del feto.

Asimismo, un estudio publicado recientemente en la revista científica Nature Metabolism afirma que están mediados por cambios en el cerebro durante el embarazo relacionados con la dopamina, un neurotransmisor que activa el mecanismo de recompensa cerebral e invita a repetir comportamientos que generan placer. Parece ser que, durante la gestación, las mujeres tienden a preferir alimentos más dulces y calóricos, ya que les generan más placer, y el cuerpo reacciona repitiendo ese patrón y demandándolos con más frecuencia.

Respecto a la relación que guardan los antojos con las manchas de nacimiento en el bebé, se suele decir que, si no se satisfacen, podría nacer con una mancha con la forma del alimento que la madre deseó. Pero esto es totalmente falso.

6. ¿Si tenés muchos ardores, el bebé nacerá con mucho pelo?

No hay una evidencia científica que lo respalde. Son un trastorno muy frecuente durante la gestación y se producen por el efecto hormonal sobre el esfínter que hay entre el estómago y el esófago, que se relaja y hace que el alimento y los ácidos del estómago retornen al esófago, produciendo esa sensación de quemazón e incomodidad. Asimismo, a medida que el embarazo avanza, el útero crece hacia arriba, presionando el estómago, lo que favorece este síntoma.

7. ¿La Luna influye en el parto?

Se trata de una creencia arraigada, pero no hay evidencia científica detrás. Ésta genera cambios en las mareas y en las presiones atmosféricas, pero no afecta a los ritmos circadianos ni al equilibrio hormonal de las mujeres, por lo que los partos no se desencadenan por el efecto lunar.

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