Avellaneda – Sarandí
El testimonio de Mariana Luna, vecina del conurbano, expone una realidad que golpea fuerte. Diagnosticada con cáncer de mama triple negativo, uno de los más agresivos, no solo enfrenta la enfermedad sino también un calvario burocrático para acceder a su tratamiento en el sistema público de salud.
Sin obra social, fue derivada al Hospital Presidente Perón de Sarandí, donde —según su relato— comenzó una interminable peregrinación: papeles que “faltan”, fotocopias “ilegibles”, estudios que se repiten y demoras constantes. A esto se suman situaciones de falta de empatía por parte de algunos sectores administrativos hacia una paciente oncológica.
Mientras tanto, el tumor habría crecido de 8,9 cm a casi 12 cm, y la quimioterapia solicitada en octubre aún no tendría fecha de inicio. Incluso debió realizar estudios de manera particular ante turnos públicos que recién se otorgaban para meses después.
“La detección fue temprana, pero el tratamiento no. Si no tenés plata, la prevención no sirve”, expresó con angustia. También denunció respuestas despectivas y la ausencia de información clara sobre el estado de su medicación.
Desde áreas sociales le habrían sugerido cambiar de hospital, lo que implicaría empezar todo de cero, con turnos disponibles recién dentro de varios meses, una espera crítica para un cuadro oncológico agresivo.
Este caso no busca generalizar ni cuestionar a todos los trabajadores de la salud, muchos de los cuales sostienen el sistema con compromiso y vocación. Sí pretende llamar la atención de las autoridades sobre falencias graves en la atención, la burocracia y la falta de humanidad frente a pacientes que no pueden esperar.
La salud pública necesita respuestas.
El cáncer no espera.
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