Llegó Halloween y, como cada año, volvió a dividir aguas. Mientras algunos la tildan de “fiesta pagana”, otros la adoptaron como parte del folclore moderno. Lo cierto es que el fenómeno crece, los chicos se disfrazan sin hacerse tantas preguntas y los comerciantes… ¡agradecen!

En Wilde, los locales de Las Flores y Mitre y también de Onsari y Camino General Belgrano ya respiran calabazas, brujas y telarañas de cotillón. Este viernes, incluso, preparan un desfile de moda de Halloween, con disfraces, luces naranjas y música temática. “Con esto de Halloween, aumentaron un 30% las ventas”, confesó el dueño de una regalería de Las Flores.
Otro comerciante de Onsari coincidió: “Estas fiestas estacionales traen movimiento. Vendemos entre un 15 y 20% más. A la gente le gusta decorar, disfrazarse, salir un rato de la rutina”. En los locales de “todo por dos pesos” y bazares, los estantes se llenan de máscaras, antifaces, calabazas, luces, disfraces y dulces, y muchos aseguran que “no queda nada” para el fin de semana.


Más allá del debate sobre si Halloween tiene raíces cristianas, norteamericanas o paganas, el barrio lo vive a su manera. En las veredas se mezclan los gritos de los chicos disfrazados de zombis y princesas, los vecinos que se quejan del ruido, y los comerciantes que cierran la caja con una sonrisa.
En Wilde, Halloween ya no es “una moda de afuera”. Es parte del paisaje de fin de octubre.
Y aunque cada uno lo viva a su modo, lo cierto es que el consumo, la creatividad y la picardía argentina hicieron de esta fecha una verdadera fiesta de barrio.

