Resumen: Tres allanamientos en pleno centro de Avellaneda terminaron con dos tipos y una mina engrillados. Los polis encontraron 15 dosis de cocaína listas para vender y una balanza de precisión que no servía para pesar tomates, sino para el “negocio chico”. La investigación arrancó por un robo, pero en el camino apareció la falopa y todo se vino abajo.
Avellaneda no duerme, y menos cuando hay olor raro en los pasillos. El 30 de septiembre, la cana de la Primera, con apoyo de Dock Sud y la U.P.P.L., metió tres allanamientos en la misma dirección de Yrigoyen al 68. La orden venía de la UFI N°1 y el Juzgado de Garantías N°1. Lo que parecía una causa de robo terminó destapando el kiosquito de la merca.
En el primer objetivo cayó Enrique Roberto Domínguez (57), que tenía 4 envoltorios turquesa con un gramo de cocaína y una balanza de precisión “marca bolsillo”. Clarito: la usaba más para cortar merca que para hacer dieta.
En el segundo, los polis engancharon a Andrés Emiliano Ordoñez Gómez (25) con 8 bolsitas blancas que sumaban 6,6 gramos de cocaína. Como quien tiene caramelos para repartir, pero de los que no se venden en el kiosco de la esquina.
Y en el tercero, la que terminó engrillada fue Victoria Sabrina Silva (29), con 3 envoltorios verdes y casi un gramo de falopa. Poco, pero suficiente para que la cuenta cierre.
En total: 15 dosis listas para la venta y una balanza que pesaba hasta la culpa. Los tres quedaron a disposición de la Justicia.

Los vecinos, que ya se olían el negocio, dicen que el movimiento era evidente: autos que entraban y salían, gente que no vivía ahí y un pasillo que parecía peatonal de Once. Ahora, con los allanamientos, la comisaría promete que la cosa va a estar más tranquila, aunque todos saben que la falopa siempre busca otro escondite.
Como siempre, la moraleja es simple: podés zafar del robo, podés bancarte un par de gritos de los vecinos, pero cuando la falopa te deja pegado, no hay magia que te salve.
