Familias enteras viven inundadas y sin servicios básicos; una vecina pide ayuda desesperada para cocinar y alimentar a su hijo.


Ana, vecina de Villa Tranquila y colaboradora de un comedor comunitario, describe una situación crítica: vive en un sanjón sin cloacas ni agua corriente, y cada lluvia transforma los pasillos de su barrio en auténticas piscinas. Su casa, construida con ayuda de vecinos, es precaria y vulnerable a cualquier tormenta.

“Hace dos días que mi hijo no come comida caliente”, relata Ana con angustia. “No tengo dónde cocinar; solo tengo dos camas y un pedazo de piso que pude hacer con lo poco que tenía. Dejé su celular de lado para concentrarme en buscar una solución, pero no hay forma”. Su hijo de 12 años, con tercer grado de discapacidad, sufre especialmente estas condiciones, mientras el agua estancada y la falta de saneamiento generan riesgos sanitarios graves.

A pesar de la reciente visita del intendente Ferraresi a algunas calles principales, Ana denuncia que los sectores más vulnerables fueron ignorados. Su reclamo incluye la instalación urgente de un caño de desagüe que permita evacuar el agua acumulada, así como la provisión inmediata de una cocina eléctrica para poder alimentar a su hijo.

Quien pueda colaborar con una cocina eléctrica puede comunicarse directamente con Ana al teléfono 11 2786 024. “No pido lujos, solo lo mínimo para que mi hijo coma algo caliente y no se enferme”, afirma.

La situación refleja la desconexión entre la gestión municipal y la realidad de los barrios periféricos, donde vecinos luchan por necesidades básicas que podrían resolverse rápidamente si hubiera voluntad política y ejecución de obras.

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