Se llama Kevin Henderson Valderrama Acosta pero le dicen “Marvin”. Es peruano, tiene 36 años, y hasta hace un par de semanas manejaba la venta de drogas en Llavallol, en Lomas de Zamora, y la Villa Betharram, en Almirante Brown. Tras desbaratar a otra poderosa banda que también operaba en esa zona, “Marvin” tiene pedido de captura y está escondido. Sin embargo, sus sicarios todavía andan por el barrio.

“El peruano Jesús fue el que históricamente manejó la droga en Llavallol. Luego, les pasó el negocio a dos hermanos pero no les fue bien. Jesús (en realidad su nombre completo es Jesús Antonio Palacios Calderón) terminó detenido en España, en 2023, y está con pedido de extradición, y los hermanos, detenidos por homicidio en 2017”, contó un investigador del caso.

En ese momento, aparece en escena un coterráneo de Jesús, un hombre de contextura importante apodado “Marvin”. Desde ese momento, el crecimiento de los puntos de venta en Llavallol y en la cercana Villa Betharram fue exponencial. Los ajustes de cuentas, también.

“Marvin” armó no sólo una red de “soldaditos” (vendedores callejeros de cocaína) sino también un pequeño ejército de sicarios. “El tipo blindó la zona para que no entraran otros vendedores y se aseguró que ninguno de los suyos vendiera para otro. Todos sabían que eso les podía costar la vida”, aseguró otro conocedor de las causas en las que se nombra al narco peruano.

En pocos años, “Marvin” extendió su poder hasta Glew, lugar donde le delegó tareas a un hombre de apellido Ozuna. Este sujeto fue apresado días atrás tras una investigación del fiscal Leonardo Kaszweski, de la UFI 2 de Almirante Brown. Le imputan, por ahora, un ajuste de cuentas además de tenencia de armas y comercialización de estupefacientes.

En la Villa Betharram, se hizo fuerte un hombre apodado “Doble A” o “Ratón”, a quien algunos testigos lo vinculan no sólo con el tráfico de estupefacientes sino también con el control a balazos de los “soldaditos”.

Según fuentes de la investigación, los últimos enfrentamientos en la zona limítrofe entre Llavallol y Almirante Brown se han dado justamente por una disputa entre “Doble A” y el poderoso “Marvin”. Los supieron trabajar para el peruano Jesús pero el control por el negocio ilegal los enfrenta.

Oriundo de San Miguel de Piurá, en el norte de Perú, “Marvin” estuvo detenido en La Matanza por comercialización de estupefacientes. “De esa zona se vino para Llavallol porque iba a caer otra vez, y ahí sí no salía”, contó uno de los pesquisas consultados por este portal.

La sombra de “Marvin” aparece detrás de varios ajustes de cuentas en la zona de Llavallol, Adrogué y Burzaco. Algunos de ellos son los crímenes de Jorge Adrián Olivera (ocurrido en 2024, en la Villa Betharram) y de Estefanía Gómez (que tuvo lugar en Llavallol, en febrero de este año). A esto se les suma varias tentativas de homicidio con jóvenes baleados.

A partir de la investigación judicial que permitió conectar la banda de “Marvin” con otras dedicada al tráfico de drogas tanto en Lomas de Zamora como en Esteban Echeverría y Almirante Brown, se descubrió un dato inquietante. Las víctimas de los ajustes presentaban varios impactos de bala, algunas más de 10.

Esto se confirmó cuando en los allanamientos se secuestraron ametralladoras de fabricación casera “pero muy profesional”, aseguró un perito. La sospecha de la Justicia es que por tratarse de armas similares en varios casos, Marvin y sus sicarios contaban con un armero que fabricaba ametralladoras y se las proveía.

Otro dato preocupante sobre el accionar de la banda del peruano fue la “toma” de casas para convertirlas en búnkers. “Veían una casa, si el propietario no quería vender droga ahí, lo apretaban para que se fuera. Si no lo hacía, le tiroteaban la casa. Y si insistía eran capaces de dispararle a él o a su familia”, narró un vecino de Llavallol, en contacto con este portal, y pidió mantener su identidad en el anonimato.

Justamente, son los mismos vecinos que en las causas o en off han echado un inquietante manto de sospecha. Para ellos, de mínima, la Policía miró para el costado ante el crecimiento de la banda del peruano.

Los investigadores policiales llegaron a detectar, en el apogeo de “Marvin”, hasta dos búnkers por cuadra en la zona de Llavallol que limita con Almirante Brown.

Un dato más que pone de manifiesto el poder que manejaba el grupo delictivo. Buena parte de la droga y las armas la guardaban en una distribuidora de bebidas, ubicada en la estratégica avenida Seguí. Los vecinos sabían. Nadie se atrevía a denunciar.

Tras los allanamientos de hace unas semanas que terminaron con la poderosa banda de “Carita” (un narco que operaba mayormente en Almirante Brown), el grupo de “Marvin” sufrió algunas bajas y él decidió ausentarse del barrio.

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